A mucha gente se le han olvidado las matemáticas desde que dejó el colegio, si bien, las matemáticas nunca dejan de ser necesarias. Aquí pego una web donde te enseñan gratuitamente matemáticas. Pero, ¿qué tiene que ver las matemáticas con la economía?, pues mucho, como os podréis imaginar. Dejo por cierto una entrevista a un matemático que trabaja en la bolsa de Valencia desde hace 12 años, Francisco Álvarez Molina. Sus opiniones sobre el sistema económico tienen la solvencia de quien conoce bien la maquinaria después de veinticuatro años en la Bolsa de París, de la que llegó a ser vicepresidente y que dejó para convertirse en director general de la de Valencia, donde vive desde hace doce años. Doctor en Ingeniería Informática y licenciado en Matemáticas por La Sorbona de París, Álvarez Molina defiende la necesidad de cambiar un modelo cuyo fracaso más evidente es la crisis en la que estamos sumidos.
¿Se puede evitar la crisis con el modelo económico vigente?
¿Se puede evitar la crisis con el modelo económico vigente?
El modelo económico en el que vivimos tiene unos genes que le impiden vivir sin crisis. Hay síntomas claros de ese carácter genético de la crisis, consecuencia, por ejemplo, del gen del crecimiento. Otra característica es el uso del dinero no como herramienta sino como objetivo: el dinero por dinero. La responsabilidad del sistema financiero es enorme. Además se ha montado un entramado relacional de ámbito mundial que provoca que las crisis locales tengan un efecto dominó y se extiendan a la totalidad del sistema. Creo conveniente analizar los organismos que forman parte del modelo, como el FMI, orientado a detectar las crisis económicas. La pregunta es si en todos estos organismos lo que hay es una banda de inútiles o sólo están para sostener el sistema .
Al comienzo de esta crisis había cierta coincidencia en que estábamos en un proceso inherente al sistema e incluso algunas voces hablaban de la refundación del capitalismo.
Eso lo dijo el señor Sarkozy y Strauss Kahn, entonces director del FMI, añadió que había que pegar fuego a los paraísos fiscales. No soy el único que defiende la necesidad de cambiar el modelo. Lo que nos está pasando es normal porque nuestro modelo está basado en el crecimiento. Cuando el crecimiento es fuerte los países se endeudan y cuando se para se constata que la deuda adquirida es demasiada. Entonces la moneda que sostiene la economía tiene dos alternativas: fabricar billetes, y viene la inflación, o devaluar, que implica un empobrecimiento. Lo importante es que los propios responsables políticos reconocen que la crisis está en la genética del modelo.
Pero a estas alturas de la crisis parece que hayamos olvidado cuál fue el origen de todo.
Estoy de acuerdo. Cuando la crisis de Lehman Brothers hubo que recurrir al dinero público para salvar el sistema y todos los países pusieron cantidades ingentes. Y resulta que cuando llegamos a la crisis de la deuda, en la que estamos desde hace ya tiempo, esas propias entidades rescatadas son las que se están enriqueciendo. En Estados Unidos existe una protección única del dólar. Un producto que cubre las garantías de todos los estados de EE UU. En Europa eso no es posible, al menos hasta ahora, por la oposición de la señora Merkel, a la que se ha plegado Sarkozy. Modificar los estatutos del BCE es complicado, como cualquier cambio que se intente abordar en Europa hoy en día. Pero hay un artículo que permite que el BCE preste dinero a lo que se llaman "entidades de crédito público", por ejemplo el Instituto de Crédito Oficial (ICO) en España o el Banco Europeo de Inversiones. Estas entidades públicas tendrían que aplicar un diferencial, pero entre pagar una deuda al 3,5 o al 4 y pagarlo al 1,2 hay una gran distancia.
¿Por qué no se pone en marcha entonces esa solución?
Es la pregunta para la que no tengo una respuesta con soporte científico. Los alemanes consideran que debemos apretarnos el cinturón, casi hasta quedarnos sin respirar. No hay otra razón. Cuando estalló la crisis se insistió en la necesidad de regular los mercados. En Bruselas se ha vuelto a hablar de esto pero no ves decisiones. Las entidades financieras son las que llevan la batuta de las medidas que adoptan los gobiernos. Es el mundo al revés. No tengo nada en contra de esas entidades pero sí me opongo a que las que han sido salvadas con dinero público no tengan un actitud más solidaria.
En Europa se practica la austeridad que ahora parece afectar a Alemania. Esta ralentiza su crecimiento mientras en EE UU parece haber síntomas de recuperación.
Eso se justifica porque Estados Unidos no tiene ningún rubor en poner en marcha la máquina de hacer billetes. Eso puede disparar la inflación pero en estos momentos el mayor peligro es la recesión. Merkel se está empezando a dar cuenta de ello. El crecimiento previsto en el último trimestre del año pasado en Alemania era del 2,4 % y al final fue del 1 %. Alemania vive de las exportaciones, el 80 % en Europa. Por eso Merkel parece que empieza a recapacitar y deja la puerta abierta a un impulso que aliente la recuperación económica.
Pero estamos en un cambio de criterio continuo. Nadie parece saber qué va a pasar en el más corto plazo.
La complejidad del entramado europeo es tal que creo que están perdidos incluso los que viven en el centro de ese gran aparato.
Al comienzo de esta crisis había cierta coincidencia en que estábamos en un proceso inherente al sistema e incluso algunas voces hablaban de la refundación del capitalismo.
Eso lo dijo el señor Sarkozy y Strauss Kahn, entonces director del FMI, añadió que había que pegar fuego a los paraísos fiscales. No soy el único que defiende la necesidad de cambiar el modelo. Lo que nos está pasando es normal porque nuestro modelo está basado en el crecimiento. Cuando el crecimiento es fuerte los países se endeudan y cuando se para se constata que la deuda adquirida es demasiada. Entonces la moneda que sostiene la economía tiene dos alternativas: fabricar billetes, y viene la inflación, o devaluar, que implica un empobrecimiento. Lo importante es que los propios responsables políticos reconocen que la crisis está en la genética del modelo.
Pero a estas alturas de la crisis parece que hayamos olvidado cuál fue el origen de todo.
Estoy de acuerdo. Cuando la crisis de Lehman Brothers hubo que recurrir al dinero público para salvar el sistema y todos los países pusieron cantidades ingentes. Y resulta que cuando llegamos a la crisis de la deuda, en la que estamos desde hace ya tiempo, esas propias entidades rescatadas son las que se están enriqueciendo. En Estados Unidos existe una protección única del dólar. Un producto que cubre las garantías de todos los estados de EE UU. En Europa eso no es posible, al menos hasta ahora, por la oposición de la señora Merkel, a la que se ha plegado Sarkozy. Modificar los estatutos del BCE es complicado, como cualquier cambio que se intente abordar en Europa hoy en día. Pero hay un artículo que permite que el BCE preste dinero a lo que se llaman "entidades de crédito público", por ejemplo el Instituto de Crédito Oficial (ICO) en España o el Banco Europeo de Inversiones. Estas entidades públicas tendrían que aplicar un diferencial, pero entre pagar una deuda al 3,5 o al 4 y pagarlo al 1,2 hay una gran distancia.
¿Por qué no se pone en marcha entonces esa solución?
Es la pregunta para la que no tengo una respuesta con soporte científico. Los alemanes consideran que debemos apretarnos el cinturón, casi hasta quedarnos sin respirar. No hay otra razón. Cuando estalló la crisis se insistió en la necesidad de regular los mercados. En Bruselas se ha vuelto a hablar de esto pero no ves decisiones. Las entidades financieras son las que llevan la batuta de las medidas que adoptan los gobiernos. Es el mundo al revés. No tengo nada en contra de esas entidades pero sí me opongo a que las que han sido salvadas con dinero público no tengan un actitud más solidaria.
En Europa se practica la austeridad que ahora parece afectar a Alemania. Esta ralentiza su crecimiento mientras en EE UU parece haber síntomas de recuperación.
Eso se justifica porque Estados Unidos no tiene ningún rubor en poner en marcha la máquina de hacer billetes. Eso puede disparar la inflación pero en estos momentos el mayor peligro es la recesión. Merkel se está empezando a dar cuenta de ello. El crecimiento previsto en el último trimestre del año pasado en Alemania era del 2,4 % y al final fue del 1 %. Alemania vive de las exportaciones, el 80 % en Europa. Por eso Merkel parece que empieza a recapacitar y deja la puerta abierta a un impulso que aliente la recuperación económica.
Pero estamos en un cambio de criterio continuo. Nadie parece saber qué va a pasar en el más corto plazo.
La complejidad del entramado europeo es tal que creo que están perdidos incluso los que viven en el centro de ese gran aparato.
¿Quién entiende la funciones de todos esos organismos?
Existen reglas pero el entramado que hemos montado en Europa es tan complejo que hace que los propios gobernantes no tengan garantizado que van a llevar a buen puerto sus iniciativas. Comprobar que todo es tan cambiante provoca una gran desconfianza en la clase política, no sólo en España. Y en las salidas de la crisis la cuestión de la confianza es muy importante.
Es de los que considera entonces que asistimos a una devaluación de la política y a una suplantación de la democracia por los mercados.
Absolutamente. Lo que no puede ser es que pongamos nuestro bienestar en manos de gobernantes a los que elegimos y que luego sean otros los que deciden.
¿Cuál es la alternativa a ese sistema?
Por el momento no existe pero hay una vía que se llama el modelo económico del bien común. Debemos cuestionar primero si es necesario el crecimiento continuo y el reparto de lo que tenemos. No se trata de capitalismo ni de comunismo, es un modelo que toma aspectos de ambos. Propone una banca pública sobre la idea de que el dinero público debe tener una estructura de gestión pública. El modelo tiene una hoja de ruta. Empieza por aplicarse en las empresas y consiste en medir el crecimiento por los valores del bienestar. Define también una escala salarial en las empresas de manera, por ejemplo, que si el salario mínimo es de 1.000 euros el máximo no puede ser superior a 15.000 euros. Por primera vez he encontrado una lógica que de aquí a veinte o treinta años puede hacer que el modelo cambie.
Eso es tanto como acabar con el imperio de la cuenta de resultados.
Efectivamente porque estamos ante otro caso en el que se habla del dinero por dinero. Los parámetros de medida del sistema actual dejan fueran los impactos negativos que la actividad económica pueda generar, lo que no parece natural.
Usted es el autor de una guía para pequeños inversores en Bolsa pero con la clase media laminada por la crisis no parece que el capitalismo popular tenga muchas opciones.
La Bolsa se crea para poner en contacto a quien tiene ahorros con el que necesita financiación para su empresa y crear empleo. En un primer momento las bolsas no tenían nada que ver con los bancos. Hasta 1990 en España existía el agente de cambio y Bolsa. Para los bancos eran enemigos del negocio porque captaban dinero sin que ellos se llevaran comisión alguna. Así fue como se hicieron con la Bolsa. Ésta, ya no es barómetro de la economía ni de nada. Cuando se creó el ibex-35 podíamos constatar un paralelismo entre ese índice y el general, pero ahora se altera con las cotizaciones de cuatro empresas. Se ha deformado todo incluso desde le punto de vista de la vigilancia. Al pobre inversor lo machacan.
Es de los que considera entonces que asistimos a una devaluación de la política y a una suplantación de la democracia por los mercados.
Absolutamente. Lo que no puede ser es que pongamos nuestro bienestar en manos de gobernantes a los que elegimos y que luego sean otros los que deciden.
¿Cuál es la alternativa a ese sistema?
Por el momento no existe pero hay una vía que se llama el modelo económico del bien común. Debemos cuestionar primero si es necesario el crecimiento continuo y el reparto de lo que tenemos. No se trata de capitalismo ni de comunismo, es un modelo que toma aspectos de ambos. Propone una banca pública sobre la idea de que el dinero público debe tener una estructura de gestión pública. El modelo tiene una hoja de ruta. Empieza por aplicarse en las empresas y consiste en medir el crecimiento por los valores del bienestar. Define también una escala salarial en las empresas de manera, por ejemplo, que si el salario mínimo es de 1.000 euros el máximo no puede ser superior a 15.000 euros. Por primera vez he encontrado una lógica que de aquí a veinte o treinta años puede hacer que el modelo cambie.
Eso es tanto como acabar con el imperio de la cuenta de resultados.
Efectivamente porque estamos ante otro caso en el que se habla del dinero por dinero. Los parámetros de medida del sistema actual dejan fueran los impactos negativos que la actividad económica pueda generar, lo que no parece natural.
Usted es el autor de una guía para pequeños inversores en Bolsa pero con la clase media laminada por la crisis no parece que el capitalismo popular tenga muchas opciones.
La Bolsa se crea para poner en contacto a quien tiene ahorros con el que necesita financiación para su empresa y crear empleo. En un primer momento las bolsas no tenían nada que ver con los bancos. Hasta 1990 en España existía el agente de cambio y Bolsa. Para los bancos eran enemigos del negocio porque captaban dinero sin que ellos se llevaran comisión alguna. Así fue como se hicieron con la Bolsa. Ésta, ya no es barómetro de la economía ni de nada. Cuando se creó el ibex-35 podíamos constatar un paralelismo entre ese índice y el general, pero ahora se altera con las cotizaciones de cuatro empresas. Se ha deformado todo incluso desde le punto de vista de la vigilancia. Al pobre inversor lo machacan.
Fuente: Diario Levante
Publicado por #Froilán# 24/Feb/2012